¿Vale la pena formalizar un negocio?

Emprender es una decisión de valientes que puede iniciar de diferentes formas. Hay quienes emprenden por pasión a una disciplina con la intención de sacar ventaja lucrativa de una actividad que, aun sin paga, les satisface.

Tengo una amiga que es amante de los animales, al punto que tiene seis gatos y dos perros en su apartamento a los cuales ama y disfruta intensamente. Por uno de esos azares de la vida, resultó cuidando gatos a manera de favor en su apartamento, hasta que un día su mentalidad comerciante se activó y terminó cobrando por cuidar los felinos. Hoy tiene un hotel para gatos. ¡Simplemente alucinante!

Hay otro tipo de personas que inician empresas de forma más metódica y planificada. Organizan reuniones previas al proyecto, analizan minuciosamente cada detalle e imaginan escenarios adversos para anticiparse a lo que sobrevenga.

También hay quienes heredan negocios familiares que han pertenecido a sus ancestros por una o varias generaciones, y honran la tradición preservando la empresa.

Podemos imaginar todo tipo de inicio para un emprendimiento. Inclusive podríamos hablar de aquellos que hoy solo tienen una idea, en la cual cavilan intensamente sin animarse aún a dar el siguiente paso. Y es que, como dije al principio, emprender es para valientes.

En mis años como asesor comercial he tenido la oportunidad de conocer un sinfín de proyectos interesantes. También he interactuado con emprendedores de diferentes talantes y, si debo mencionar un común denominador entre ellos, me atrevo a decir que la adaptación a los cambios es  una cualidad sobresaliente de los emprendedores exitosos.

La ambición y los deseos de superación no bastan cuando se quiere alcanzar el éxito comercial, y es que muchos emprendedores se quedan cortos en la acción por miedo a dar un paso más allá del emprendimiento: la formalización de su negocio.

Y debo admitir que formalizar un negocio puede atemorizar cuando se desconoce cómo y para qué hacerlo; además de ignorar los enormes beneficios que se pierden al permanecer en la informalidad. Así que quiero despejar estas dudas y mostrarte porque sí vale la pena formalizar un negocio.

Uno de los grandes cambios que notan los emprendedores que formalizan su negocio es el acceso a un mercado más grande y con mayor poder adquisitivo. Esto se traduce en mayores ventas y mejor rentabilidad.

Imaginemos que tienes un taller de ebanistería y por varios años has atendido a tus vecinos y las personas de tu comunidad con tus servicios, pero un día quieres expandir tu negocio y venderle a empresas, tal vez una gran mueblería en tu mismo vecindario. Lo primero que te va a preguntar una empresa grande y formalizada es si entregas facturas con valor fiscal, a lo que respondes negativamente y ves cómo tu oportunidad de negocio se esfuma rápidamente.

Por otro lado, hoy hay muchas tiendas que funcionan totalmente en un entorno virtual, a través de redes sociales principalmente, y no formalizarse para una tienda en línea significa perder su esencia al no poder recibir pagos con tarjeta de crédito. Pero más decepcionante aún es no poder vender sus productos a grandes almacenes de cadena que podrían hacer crecer su negocio exponencialmente.

Hace unos años conocí una persona que estaba envuelta en líos legales. Era alguien que con mucha valentía se decidió a fabricar su propia línea de productos para el cabello. Creció rápidamente en su entorno y concretó ventas con personas fuera de su círculo de conocidos. Uno de ellos, de mala fe, se dio cuenta que ella no tenía su negocio registrado y registró ante ONAPI la marca de los productos que esta emprendedora tenaz había desarrollado con mucho esfuerzo.

Quien obró de mala fe interpuso una demanda en su contra por el uso de su marca, y es que al no haberla registrado ante la Oficina Nacional de Propiedad Industrial, el emprendedor tuvo que destinar tiempo, dinero y esfuerzo para salir de ese lío legal; mismo que se hubiera evitado de haber formalizado su empresa.

Proteger tu marca es una razón de peso para formalizar tu negocio, si no quieres que tus utilidades se pierdan por inescrupulosos como el que te acabo de contar.

También es muy probable que encuentres oportunidades de crecimiento para tu negocio y así mismo las dejes pasar porque requieren de cierto capital con el que no cuentas. Ya sabemos que cuando se quiere dinero el crédito es una herramienta muy útil, pero permanecer en la informalidad te limita el acceso a fuentes de financiamiento, pues los bancos y asociaciones van a exigir Estados Financieros y cierta información de tu empresa que solo tendrías al formalizarte.

Otra ventaja de formalizarse es separar los bienes de la empresa del patrimonio personal, y es que esto es relevante porque los efectos legales y tributarios no pueden alcanzar de ninguna manera tu patrimonio personal. Más vale protegerse con los mecanismos que otorga la ley, a los que puedes acceder solamente formalizando tu negocio.

He conocido varios emprendedores que no formalizan sus negocios por miedo a que los impuestos “se coman” sus ganancias. Y es que debo confesar que cuando pasas a la formalidad, también asumes nuevas responsabilidades, tales como el pago de impuestos. ¡Que no cunda el pánico! Te aseguro que puedes alcanzar el éxito y generar grandes utilidades aún pagando impuestos.

He visto a varios empresarios crecer exponencialmente una vez han pasado a la formalidad y todos ellos cumplen religiosamente con el pago de sus impuestos. Esto también es parte de nuestra responsabilidad cívica y nos autoriza a cuestionar el sistema tributario cuando sentimos que algo es injusto o inapropiado.

¿Cuándo vale la pena formalizarse? Pues cuando tengas intenciones de crecer, pretendas negociar con empresas formalizadas, quieras proteger tu marca o deseas obtener financiamiento para tu emprendimiento.

No te atemorices por la formalización. Es un proceso fácil cuando recibes la asesoría profesional adecuada.

Cuéntame cuáles son tus dudas para formalizarte, estoy seguro que hay una solución para cada una de ellas, siempre en beneficio tuyo y de tu emprendimiento.

Con cariño,

Cristian Ovalle

Asesor Comercial en Diana Hernández Contadora

cristian@dianahernandezcontadora.com

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